
Ponencia presentada por Angela Valverde Ortiz el 29 de junio de 2024, en la Mesa de Investigación de Manga y Anime en la JORNADA NACIONAL DE ESTUDIOS DE JAPÓN, organizada por el Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La sangre trae más sangre, y el odio, más odio. Y la energía resultante echará raíces en esta tierra dejando una marca de sangre. Por mucho que se repita lo mismo, nunca aprenden. Los humanos son seres estúpidos y lamentables.
– Lust, en el anime Fullmetal Alchemist: Brotherhood y el manga Fullmental Alchemist, ep. 5. Hiromu Arakawa, Shōnen Gangan, 2001.
Introducción
El 12 de agosto de 2022, un equipo de mujeres aficionadas al manga y el anime, conformado por la abogada Judith Córdova Alva, la psicóloga Irene Serrano Neira y quien les habla, Angela Valverde Ortiz, comunicadora social, lanzamos el segundo episodio de un podcast que tuvimos a bien llamar “Brujas, gatos y anime”.
Este capítulo se tituló Scar y el pueblo de Ishval: más allá de la venganza. Aquí, nos permitimos analizar la figura de Scar, uno de los antagonistas de Fullmetal Alchemist, de acuerdo con conceptos jurídicos internacionales y considerando los diversos elementos políticos, culturales, sociales y emocionales que detonan sus decisiones.
Centramos el análisis en el manga de la escritora e ilustradora Hiromu Arakawa, publicado desde 2001 hasta 2010, y la adaptación animada Fullmetal Alchemist: Brotherhood del año 2009, dirigida por Yasuhiro Irie.

Contexto
La historia se sitúa a inicios del siglo XX de nuestra era, en una nación ficticia llamada Amestris, que posee muchas similitudes con países del norte de Europa y donde se habla inglés.
Se centra en los hermanos adolescentes Edward y Alphonse Elric, que han aprendido la ciencia de la alquimia y han pasado a formar parte del cuerpo de alquimistas nacionales del ejército.
La alquimia, llamada renkinjutsu en japonés, permite a los seres humanos que han aprendido esta ciencia a manipular y transformar la materia. Se trata de una herramienta poderosa que, en las manos incorrectas, puede convertirse en un arma letal, capaz de pervertir almas y destruir vidas y pueblos enteros.
El principio de la alquimia es el mantra con el que inicia el anime de 2009: “El hombre no puede obtener nada sin primero dar algo a cambio. Para crear, algo de igual valor debe perderse”. Los alquimistas le llaman, de manera común, intercambio equivalente.
Pero un análisis integral sería demasiado ambicioso, así que aterrizaré sobre la situación concreta del pueblo de Ishval y de Scar, un hombre que ha visto su identidad transformada por la violencia y de monje guerrero pasa a convertirse en un asesino clandestino en busca de venganza.
La masacre de Ishval
Aunque los sucesos vinculados con los protagonistas constituyen la principal línea narrativa de la historia, el detonante de los sucesos es una cruel Guerra Civil o, mejor dicho, un genocidio, ocurrido 10 años antes de que los hermanos Elric se convirtieran en alquimistas nacionales. Se trata de la masacre de Ishval.
En el lore de la historia, Ishval es una región situada al sudeste de Amestris, en la frontera con el desierto oriental. En el manga, el coronel Mustang, uno de los adultos encargados de guiar a los protagonistas, explica que la anexión de Ishval a Amestris era “bastante reciente” y que desde el principio los ishvalíes mantuvieron ciertas tensiones con los pueblos vecinos por motivos religiosos, pero sin escalar a mayores actos de violencia.
Los ishvalíes son descritos como un grupo étnico unido por creencias religiosas comunes y por rasgos físicos bastante característicos, como la piel oscura y el cabello plateado. Además, se distinguen de manera particular por sus ojos rojos, que persisten como un rasgo genético dominante.
Suelen ser personas pacíficas que adoran profundamente a Ishvala, el dios de la tierra, como el único y verdadero dios y señor de toda la creación. Habitan, además, zonas desérticas y pedregosas, que presentan grandes dificultades para la agricultura.
En un paralelismo con la realidad, podrían considerarse una representación de la situación política de kurdos y armenios, con ciertos rasgos que recuerdan a los judíos antes de la II Guerra Mundial y también, por características en su vestimenta y en las composiciones musicales asociadas a este pueblo, con los actuales palestinos.
Arakawa ha señalado también que la base fundamental del conflicto de Scar, como representante del pueblo ishvalano, es el enfrentamiento histórico de los japoneses de Hokkaido contra los habitantes nativos de la isla: los Ainu o Utari, que vendría a ser el término autorreferencial de los miembros de este pueblo originario para referirse a sí mismos.
En una entrevista brindada a una revista francesa, en el año 2003, la autora, nacida precisamente en la isla de Hokkaido, relata que estas personas fueron expulsadas por colonizadores japoneses.
En otra entrevista con el periódico Asahi, publicada el 15 de octubre de 2010, Arakawa recuerda que los artículos sobre la guerra que los diarios japoneses suelen publicar durante el mes de agosto y dice: “Me dieron una pista de la guerra que se describirá en la historia”.
No hay duda, por lo tanto, de que la autora creó una narración dotada de belleza y simbolismo, así como de un denso contenido que obliga a observarla más de una vez y seguir descubriendo sus significados ocultos, sus paralelismos con el mundo real, los conflictos, las guerras, la codicia, el poder, la geopolítica, las dinámicas que mueven al mundo y la vida y, por supuesto, el genocidio.
Una sola bala detonó el infierno
La palabra genocidio fue utilizada por primera vez en el año 1944 por Raphael Lemkin, jurista polaco y judío que consiguió escapar de la persecución nazi en el año 1939. Lemkin fue el principal impulsor de que el genocidio fuera reconocido como un delito por el derecho internacional.
El genocidio ha sido una práctica utilizada durante toda la historia de la humanidad: consiste en exterminar a los miembros de una nación mediante una matanza masiva o a través de diferentes mecanismos que los destruyen progresivamente, desintegrando sus estructuras políticas y sociales, su cultura, su idioma, sus centros de abastecimiento de combustible, de alimentación; privándoles del acceso a servicios de salud y de educación, ocupando sus territorios con asentamientos para personas pertenecientes a la etnia imperante; obligándolos a aislarse mediante la amenaza de las armas y la degradación de su hábitat; ejerciendo control eugenésico de la natalidad; destruyendo o intentado una y otra vez destruir su temple y su dignidad.
Veamos ahora la definición jurídica de este delito, conforme a la tipificación del Estatuto de Roma:
En su artículo 6, el estatuto señala que el Genocidio implica la matanza, lesión grave a la integridad física o mental, sometimiento a condiciones que acarreen destrucción, impedimento de nacimientos, traslado forzoso de niños, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.
Entonces, aunque en la época en que está situada la historia de Fullmetal Alchemist no existía esta tipificación, desde una perspectiva actual podemos afirmar que lo que perpetró en gobierno de Amestris contra el pueblo de Ishval sí fue un genocidio.
Un gobierno militar que ejerce violencia
En un delito tan enorme y complicado como el que nos ocupa, en el que participan muchos individuos, situados a distintos niveles, y en actividades de muy diversa naturaleza – planificadores, organizadores y ejecutores, cada vual según su rango -, de poco sirve emplear los conceptos comunes de instigación y consejo en la comisión de un delito. Estos delitos fueron cometidos en masa, no solo en cuanto se refiere a las víctimas, sino también en lo concerniente al número de quienes perpetraron el delito, y la situación más o menos remota de muchos criminales en relación al que materialmente da muerte a la víctima nada significa, en cuanto a medida de su responsabilidad. Por el contrario, en general, el grado de respobsabilidad aumenta a medido que nos alejamos del hombre que sostiene en sus manos el instrumento fatal.
– Segmento de la sentencia de Adolf Eichmann 11 de diciembre de 1961, citado por Hannah Arendt en el ensayo Eichmann en Jerusalén, publicado en mayo de 1963.
Amestris es un Estado militarizado, gobernado por el Generalísimo King Bradley. Él quien envió a todo un ejército a asesinar a miles de civiles desarmados o con muy poca capacidad de resistencia en Ishval. A la cabeza de esta masacre estuvieron los soldados de élite con terribles poderes de destrucción: los Alquimistas Nacionales.
Y entre estos alquimistas, 10 años después, podemos encontrar a personajes importantes, incluso entrañables, que conforman el grupo de contención de los hermanos protagonistas.
Los motivos de la intervención del gobierno de Amestris en Ishval se van develando a lo largo de la historia y podemos decir, sin temor a equivocarnos, que no tenían ningún asidero moral. Fue ordenada por un grupo de líderes corruptos que buscaban generar una situación propicia para satisfacer sus ambiciones, y con intenciones de replicar los mismos niveles de violencia en otros puntos fronterizos del país, buscando una finalidad relacionada con la alquimia.
En la serie se informa, además, que el Estado llevó a cabo experimentos terribles con prisioneros ishvalíes y otras personas apresadas por diversos motivos. En este punto, vemos posible encontrar un paralelismo entre Amestris bajo el gobierno de Bradley con el devenir de las políticas del III Reich, en la Alemania Nazi.
Pero Bradley, que es una especie de superhumano, criado y entrenado para convertirse en un dictador blindado por el ejército, y su cúpula de poder conformada por otros seres humanos ambiciosos, puede equipararse a cualquier otro gobernante sumergido en ideologías supremacistas y con una indiscutible distorsión sobre el valor de la vida humana.
El vengador de Ishval
Como consecuencia de este primer genocidio, se nos presentan refugiados ishvalíes viviendo en zonas marginalizadas, desplazados y empobrecidos, pero también incapaces de levantarse contra el gobierno que arrasó con sus tierras y destruyó a sus seres queridos.
Desde el ejército persiste un fuerte menosprecio hacia las personas de esta etnia, y se les mantiene bajo vigilancia, pues se sugiere en algunos discursos militares que de allí podrían emerger focos terroristas.
En este contexto, se levanta la figura de Scar: un ishvalí sobreviviente que busca venganza.
Scar era un monje guerrero que perdió a toda su familia en el genocidio. Su hermano, un sabio estudiante de la alkahestría, alquimia practicada en Xiang, un país vecino muy parecido a China, murió protegiéndolo del ataque de un alquimista nacional. Este sentimiento de culpa incrementa su rabia y se mantiene impregnado en el trauma que arrastra consigo, a donde vaya.
Es perseguido por el gobierno de Amestris. Actúa solo. Los sobrevivientes de su pueblo no aprueban sus métodos, pero, además, sienten miedo de las represalias del ejército.
Durante la preparación del podcast que mencioné inicialmente, mis compañeras y yo preguntamos muchas veces si deberíamos calificar a Scar como un terrorista, porque, después de todo, ejecuta actos violentos de gran envergadura en espacios urbanos poblados, ocasionando caos y terror.
Revisamos, entonces, la conceptualización de terrorismo que el Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, manifestó en el año 2005, durante la clausura de la Cumbre Internacional de Madrid sobre democracia, terrorismo y seguridad:
Terrorismo es todo acto que obedezca a la intención de causar la muerte o graves daños corporales a civiles no combatientes, con el objetivo de intimidar a una población y obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar o abstenerse de realizar un acto.
Con esta base, no sería correcto decir que Scar es un terrorista, porque nunca manifiesta la intención de dañar a civiles ni pretende utilizarlos para manipular u obtener respuestas beneficiosas del ejército y del estado. Sin embargo, en el mundo real, un sujeto semejante sí debería ser juzgado como un asesino en serie.
Esto nos lleva, para terminar, a nuestros queridos alquimistas nacionales.
¿La obediencia militar justifica los crímenes de guerra?
Existen pistas dentro de la historia que nos dan una idea clara de que en la “Solución del Asunto Ishvalí”, si se me permite la terrible comparación, se violaron leyes y se cometieron abusos de poder: la evasión constante de sus propios cargos de conciencia en la que viven Hughes y Mustang, la desobediencia de Armstrong o el aislamiento del doctor Tim Marcoh.
Otros personajes expresan de manera clara el rechazo a los hechos ocurridos en esta región y a las políticas violentistas de King Bradley. En el capítulo 38 del manga aparece un personaje que tiene relevancia en varios sucesos posteriores: el Doctor Knox, veterano de la guerra de Ishval.
En un intercambio de palabras que sostiene con Mustang, a propósito de la supuesta ejecución extrajudicial de una soldado, Knox le dice: “Usted sabe lo que fue todo aquello. No somos compañeros, somo cómplices”, aludiendo directamente a la criminalidad de las acciones del ejército.
Pero ¿por qué estos personajes participaron en tal masacre?
Aunque resulte complicado de entender, cuando estamos dentro de un régimen o sistema jerarquizado, estricto y con normas claras, como un ejército, la obediencia es piedra angular del mismo. Al recibir órdenes de un superior, aun siendo conscientes de la inmoralidad del acto, trasladamos la responsabilidad de ese daño a nuestro superior, puesto que nuestro deber es cumplir estas órdenes sin ningún tipo de cuestionamiento.
Esto, en papel, parece lógico y comprensible. Pero se trata de una afirmación engañosa, porque la gran mayoría de las personas que cometen estos actos son conscientes del daño que causan. De otro modo, por ejemplo, no ocurrirían secuelas como el Trastorno de Estrés Postraumático.
Aún dentro de una cadena de mando, los seres humanos siempre tenemos la opción de elegir, incluso ante figuras de autoridad, si lo que se nos pide viola los derechos humanos de las personas.
Sobre este punto, se deben considerar los Principios que se inspiran el Derecho Internacional Humanitario, y los que rigen la responsabilidad penal individual por delitos de lesa humanidad, crímenes de guerra, y genocidio, entre los que destaca que no se admite la obediencia debida a órdenes superiores como justificación del crimen.
Este principio, ahora recogido en distintos instrumentos internacionales, encuentra su antecedente en los Principios que rigieron los Juicios de Nuremberg, aprobados por la Comisión de Derecho Internacional de Naciones Unidas de 1950.
En este sentido cualquier soldado tiene como derecho y obligación la posibilidad de desobedecer órdenes superiores y resistirse a cometer atrocidades, cuando conoce su ilicitud y puede prever sus consecuencias.
Arakawa conoce muy bien estos principios, y lo manifiesta a través de Riza Hawkeye, francotiradora de Amestris durante el genocidio. Hawkeye, en un diálogo con Edward Elric, señala que “para limpiar toda la podredumbre del ejército es necesario que se lleve a juicio a todos los soldados que cometieron crímenes de guerra en Ishval, incluida ella misma.”
Con esto queda bastante claro que, para Riza y otros miembros del ejército que han podido recapacitar sobre su actuación en este evento, es importante que haya una justicia efectiva para cada uno de los responsables, como paso previo a un proceso de reconciliación.
Desafortunadamente, en la historia no se desarrolla este punto, de modo que debemos conformarnos con el camino personal que cada uno de ellos emprende, para buscar redención.
Conclusiones
Para finalizar, es importante señalar que si bien podemos encontrar similitudes con gobiernos y naciones específicas dentro de la historia de Hiromu Arakawa, el mensaje más transcendente vendría a ser que la opresión, la injusticia y la impunidad siempre generan nuevos ciclos de violencia. Esto no es fácil de escuchar ni de aceptar, pero el odio de Scar, de cualquier individuo equiparable con Scar, surgió de la sangre derramada en Ishval, en cualquier nación o población oprimida y masacrada como Ishval.
Hiromu Arakawa construye un universo en el que la linealidad cíclica de la generación del odio se puede observar con claridad, y enmarca todos los sucesos en un estado fallido, al mando de un gobierno ilegítimo y criminal.
En esta historia, como en muchas otras narraciones bélicas o de conflictos humanos en el manga y del anime, alguien debe dejar de reproducir el odio para cortar con el ciclo de la violencia.
En el caso específico de Scar, es aquí donde empieza un intrincado camino hacia la redención, que implica también una voluntad de restauración y una actitud conciliadora por parte de aquellas personas a las que consideraba enemigas.
Sabiendo que puede ser juzgado por sus crímenes, llega a comprender que terminar con el ciclo del odio depende de una decisión personal que consiste, sencillamente, en no devolver daño por daño, aunque no le sea posible perdonar las atrocidades cometidas contra su gente.
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